miércoles, 23 de enero de 2013

Se presenta el pajaritero


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Yo soy mi casaca tirada al basurero por el insolente Cabildo Real,
yo soy mi sombrero de palma cuajado de malinches,
yo soy mi máscara   de madera: tres rayas incisas en cada mejilla,
   boca    jalada, mentón muy salido, nariz chata y debajo
 de los ojos un par de hendijas.
En los hombros me echo un cusuco muerto,
sobre el pecho me tercio una iguana cargada de huevos
y en la espalda me cruzo un garrobo tieso
Entonces yo ya no soy el ser que era
  sino el Pajaritero, El Viejo que no sabe nada
  o ha olvidado todo.
Pero que por obra y gracia del baile y del habla,
recobra la más perdida memoria. Sabe hasta lo que ignora,
suelta la lengua a contar y cantar sola...
(Ya como Pajaritero, antes de guiar a la cuadrilla de bailantes,
antes de comenzar la danza,
vuelvo a mi calidad de hombre levantándome la máscara
y me bebo a los teotes:
una jícara de chicha fuerte,
otra jícara de chicha de maíz fermentado,
otra toma de chicha fresca.
Una calavera de gato...
Así es como descienden los dioses /
así se me acuerpan los dioses /
así me entiendo con los dioses 
así me asiste y protege el Santo.
así distingo las 400 voces
del zenzontle y las de los otros pájaros
que poseen tantas como plumas
  Cuerpo para el vuelo / cuerpo de su canto.
La vida de los pájaros es vuelo que se abre,
en órbitas, rutas, ondas, vaivenes sobre el aire.
Todo en ellos es una aspiración de altura:
   Hasta los tonos más dulces y altos.
Flores con plumas, con picos, con alas, llaman al agua /
se quedan viendo al sol y a su ronda de estrellas
   te divisan desde lejos
Desde arriba y anuncian tu llegada: revolotean, cantan y perfuman,
 y casi de ellas no sobrevive nada).

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