Para Juan Carlos
...En quien, no obstante, te habrías podido reconocer porque es en todo semejante a ti.
—No, no la semejanza entre nosotros es más profunda.
—Hermano mío: yo soy el mismo que tú eras al partir.
—¿No lo has comprendido? Tú mismo, ¿no me das valor para partir?
—Vamos: bésame, hermano mío; llevas contigo mis esperanzas. Sé fuerte. Olvídanos, olvídame. Si pudieras no regresar.
André Gide
Primo hermano, más bien, hermano: revives en ti mis años, y en mi madre que casi es la tuya, el gozo y la esperanza que fui, yo, que ya soy declarado un caso perdido. Porque según los tuyos y míos no sirvo para nada; los poetas son vagos, ebrios, se mueren de hambre... Más tarde comprenderás esto que te digo, cuando escuches la plástica de los viejos. Ahora que soy mi ausencia, ahora que soy ceguedad de aquella nuestra casa, ten pupilas para los narcisos cabeceando en los vientos de febrero, si quiera acaricia el lomo de mis libros, es pellejo grabado con fierro, títulos y nombres. Y se tú el único que me veas atizando, como arrullo maligno o silbo temeroso de ser sorprendido, para que te quemes, Brasa de vida, en eso que yo no sé, pero que eres. La libertad te arrase, te deje como hombre sin raza, capaz de darle de cachetadas al mundo. Allí están las chispas, mete tus manos al fuego.
México, D.F., marzo de 1973
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