domingo, 15 de junio de 2014

VARIACIÓN DE UNOS VERSOS VALLEJEANOS


En una silla de ruedas, doblegada la nuca
levanta sus ojos alertas y angustiados:
parkinson y 83 años.
El mentón, la testa, las manos tiemblan incesantemente.
Con todo, su semblante figura un apacible corazón.
Está ahora tan dulce
y tan limpio, tan blanco como sin memoria
si hubo algo en él de alegre
me hizo creer desde mi infancia que fui yo…
Desde su lecho de agonizante
demandando a tíos y tías, primos circundantes
maletas, boleto, asiento, vuelo
hacia donde Alejandro,
México, D.F.,
Ave. Universidad 408, zp 12
Su última pregunta a mi madre fue sobre Alejandro,
¿Sabrá este muchacho hacerse
el nudo de la corbata?
Desde que nos íbamos a separar,
antes de la enfermedad, disimulando la congoja,
entre la espuma de afeitar y la brocha,
frente al espejo y la navaja
en la siesta dominical
como un patriarca me bendecía al partir
y me señalaba el camino…
Con quebradas palabras altas y lagrimones discretos
Yo niño /
 adolescente
 o joven primero
con el cayado, la mochila y la calabaza
rompí a llorar.
Hace treinta y tantos años y tanto
de esta separación:
el Abuelo se marchó se marchó primero
y yo siempre suelto
el llanto, fluye, mana
más allá de hace treinta y tantos años y tantos.

Masaya, 25 de noviembre de 2005

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