Hay
ciertas horas que el sol relumbra contra las torres
Y las lajas
cagadas de palomas
mientras el interior de las catedrales es la penumbra
Sin
nadie / en la nada / Sin un alma / ni siquiera la mía
que anda ensayando desalmalse /
ni
una campana ni una campanada
ni el
engranaje de un relojón
que mueve al mazo que da las horas
ni un
turista mirando hacia las cúpulas
Colgado
de su cámara fotográfica
y con una barba de tres días
cara de imbécil
que perturba
Catedrales
desiertas en el chisporroteo final de
alguna vela
Como
un hueco de enorme altura y de mayor profundidad
la boca abierta de Dios el día que se le ocurrió
amanecer muerto...
Doña
Isabel la Católica
se mandó construir la Capilla
de Granada
Tan
sólo para obligar a don Fernando que durmiera con ella
Hasta
después de muerto bajo una luz escasa que filtra la reja del crucero.
Doce
años antes se la pasó el rey de vacaciones conyugales
Con
sus 40 concubinas reales de Santa Fe.
Pero
había soportado a doña Isabel
Sin
cambiarse de saya durante la guerra de reconquista
Y la
expulsión de los moros del Albaicín
Y de
las Alhambra hecha de luna, que a la luz lunar,
Más
que la luna era de blanca.
Un
mausoleo familiar: yerno e hija, don Felipe "El Hermoso"
inflamado por el veneno
y doña Juana
inflamado por el veneno
y doña Juana
--declarada
Loca por Roja, por Comunera…
en vez de mujer insegura, celosa.
en vez de mujer insegura, celosa.
En la
bóveda gótica de la catedral de Pamplona
También
unos reyes de Navarra tienen años de estirarse.
Las
llamas de las velas reflejadas en dos pómulos
Dan
el toque de fuego, de carne o cera al mármol o alabastro.
Se
fue pudriendo la carne primero, después
Los
huesos se fueron deshaciendo,
Antes
Que
llegara el otro cuerpo compañero.
Parajes
yacentes desde hace siglos, juntas por fin.
Unidas
no por el amor que quizás en algún momento
Se
sintiera, sino por la muerte
Como
en la vida:
Tantos
cuerpos como muertos junto a otros cuerpos…
Como
si la muerte fuera más eterna y fuerte que el amor.
Dormir
todas las noches de la muerte que son más que las
De
la vida
Junto
al cuerpo que un instante solo tocó el amor.
Como
si la muerte perpetua lo que pretendiendo eterno
Destruye
el mismo amor.
Como
si la muerte hiciera verdad el amor.
Nadie,
ni los vivos ni muertos sabrían responder.
Son
testigos el león echado
Y el
perro aullando para siempre a los pies de amantes yacentes.
Granada
/ Pamplona / Madrid.
Mayo
de 1987
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