Julio Valle
Castillo es uno de nuestros escritores más polifacéticos: poeta,
antólogo, crítico de artes plásticas y literarias, investigador dariano,
ensayista, narrador y editor. Un auténtico polígrafo.
Julio Valle Castillo publicó sus primeros poemas en 1970 en el suplemento
de Pablo Antonio Cuadra «La Prensa Literaria». Su primer poemario «Las
armas iniciales» fue publicado en 1977. Luego aparecieron «Formas
Migratorias» (1979), «Ronda tribal para el nacimiento de Sandino»
(1981), y «Materia Jubilosa» (1986). En 1999, bajo el sello editorial
del Centro Nicaragüense de Escritores apareció «Con sus pasos cantados»,
que recopila su obra poética de treinta años (1968-1998), más algunas
narraciones breves.
Sobre la poesía de Julio Valle Castillo, su crítico Jorge Boccanera
expresa que ella, especialmente la de su primera etapa, «responde al
«Exteriorismo», que ya parece una característica sustancial de la poesía
de Nicaragua, en especial en el recuento de los hechos o en la mención de carteles,
todos en tipografía destacada. La carga emotiva escapa del
sentimentalismo balbuceante, por medio de la desmitificación y la ironía
(hasta la crueldad), en visibles gestos ajenos a la autocompasión.
Hay, por supuesto, rasgos epigramáticos -propios de la formación del
autor- que se presentan en este naufragio colectivo, no exento de
instancias líricas». Ernesto Cardenal en su Antología de la Poesía
Nicaragüense, nos dice que Valle Castillo es «uno de los principales
darianos de Nicaragua, siendo en esto último el más importante discípulo
y continuador de Ernesto Mejía Sánchez». A su vez, el Maestro Fidel
Coloma González, enjuició la obra poética de Valle Castillo afirmando de
ella que es una: “Poesía experimental, que ensaya, dentro de un verso
libre que busca formas fijas o se dispone geométricamente, y que usa por
sistema la pirueta, la alusión humorística, la cita textual disfrazada o
el pastiche. Poesía moderna, en suma, que en sus heterogéneos
momentos, intenta reducir a un tono complejo de desolación y rebeldía,
la heterogeneidad alienante del mundo burgués”.
Su única novela, hasta ahora, «Réquiem en Castilla del Oro», best seller de las publicaciones del Centro Nicaragüense de Escritores, lo consagró como un estupendo narrador y «uno de los fundadores de la novela posmoderna en Centroamérica», como señalan sus críticos.
La historia de la literatura nicaragüense debe a Valle Castillo, además,
varios libros claves, entre los que corresponde mencionar «Cuentos
Completos de Rubén Darío», con nuevos cuentos de Darío que permanecían inéditos, edición que estuvo a su cuidado; «Poetas Modernistas de Nicaragua,
1880-1930», Rimbaud entre nosotros y la reciente tercera edición de
«Opera Parva» de Luis Alberto Cabrales, con un estudio introductorio
suyo sobre la obra de este fundador del Movimiento de Vanguardia.
La crítica de las artes plásticas, a su vez, se enriquece en nuestro
país con los estupendos libros de Valle Castillo sobre Los primitivistas
de Nicaragua (1986), La escultura de Ernesto Cardenal (1988) y las
obras sobre los Maestros Sobalvarro (1996), Rodrigo Peñalba (1998),
Róger Pérez de la Rocha (1999) y Beteta (2001), sin olvidar su bello libro sobre «La Catedral de León de Nicaragua» (2001).
El 18 de mayo del 2001, Julio Valle Castillo, al borde de sus cincuenta años de edad, hizo su ingreso
en la Academia Nicaragüense de la Lengua como académico de número. En
esa oportunidad leyó uno de los discursos más memorables que se han
pronunciado en la historia de la Academia: «Las humanidades en la
poesía nicaragüense», trabajo que lo consagró como a uno de nuestros más notables humanistas.
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