jueves, 26 de julio de 2012

Poética de Julio Valle-Castillo 4

 Ivan Uriarte


IV
Memento de vivos y difuntos es un libro culminatorio que recolecta poemas no incluidos en los poemarios publicados hasta ese momento, año 2008, con poemas posteriores a ellos, revelándonos un amplio itinerario en su ejecución.
Los temas principales del libro son la vejez y la muerte, pero la vejez y la muerte en Masaya, cuyos acordes sinfónicos mementuales suben y bajan, se entrecruzan a veces silenciosamente hasta formar un crescendo descendente. Pero también hay un tono personal que matiza la melodía: la infancia, la juventud, los años mozos, las relaciones amorosas del poeta.
Los dos primeros poemas de libro,” Álamo blanco para San Francisco de Asís,” y “Si nos salvara una corbata celeste” recrean festivamente su estada mexicana como estudiante universitario, productivamente marcados entre l974 y l976, años en que escribía Formas migratorias. El tono confesional de este franciscano-anacreóntico primer poema (“Estoy en el D.F. y desnudo bajo la regadera, /vivo, vital, con ganas de leer, de beber, de revolcarme con las muchachas”) nos anuncia una visión cuestionante y cuestionadora del mundo y de las ideas establecidas que predomina salpicando la red textual constantemente: “… 4 de octubre fiesta de San Francisco. /Aunque yo no creo mucho, /aunque Marx mediante, /aunque Lenin de por medio, /es la fiesta de San Francisco de Asís”.
“Si nos salvara una corbata celeste” marca, elegíacamente, su urgente regreso a Nicaragua porque “quiero llegar antes/ que la muerte no me deje besar la frente de mi padre”.
En los restantes 20 poemas, escritos en Nicaragua, hay un intervalo que va de l979 a 2007. Así, pues, entre “Cédula de identidad” y “Servicio Social” (textos identitarios donde la humorada carnavalesca predomina) se instaura el tono elegíaco mayor, mementual por así decirlo. Pero ese ritual cristiano no tiene la solemnidad consagrada a los difuntos durante la celebración de la misa. Es asumido como constante elegía, coral e íntima a la vez. Dos son los poemas claves en este sentido: “Diurno y nocturno por el abuelo difunto y “Diurno para formar entre los muertos”. En ambos poemas se juntan, la memoria indesterrable del abuelo-padre y la evocación vívida y dolorosa de sus amigos desparecidos. “Cuando acabó de morir mi abuelo” sentencia el poeta en el primer poema aludido, “murieron tantas cosas y otros quedamos agonizando”. Y a medida que el mundo se desfasaba frente a él, la familia sufre efectos análogos que van desde el desorbitamiento de sus ojos hasta el último momento: “Cuando ya no hubo pulsación/ se reventaron las cuerdas del violín del tío Pablo”. Asistimos subrepticiamente, a ceremonias secretas donde el muerto amado deviene espiral que
envuelve concéntricamente a toda la familia con su desaparición. Pero el verdadero memento se produce en la intimidad del poeta, testigo ocular que no cesará de ritualizar poéticamente ese momento-memento:” Cuando dobló la cabeza a la diestra/ no repicaron jamás las campanas fragantes al primer incienso / y mezcladas con armonio y cántico”. Finalmente la muerte es rechazada y los roles se invierten: “Juguemos que voy a estar muerto/ me declaro y abro su hoyo: soy como una tumba ambulante. /En mí lo llevo, en mi lo salvo, abuelo. /Vámonos andando, abuelo”
“Diurno para formar entre los muertos” se inicia autoritualmente, a modo de misa personal: “Morir antes, primero que los amigos/ no importa si prematuramente”. Se trata de un poema á clé, donde el nombre de los difuntos es revelado a medias, aunque en el contexto de la poesía nicaragüense son fácilmente detectables. Es un verdadero oficio de difuntos donde cada uno es evocado conforme la característica que más impresionó al oficiante. Así, entonces, desfilan: Juan Aburto, José Mendoza, Francisco Pérez Estrada, Enrique Fernández Morales, Ernesto Mejía Sánchez, Gustavo Adolfo Páez…
Algunos son evocados como asumiendo después de su muerte la característica totémica con que ingresaron ya al nuevo reino: “Pérez Estrada no se convirtió en polvo/ sino que se hizo piedra: / un dios de Ometepe y Zapatera/ con un jaguar o un lagarto encima de su espalda y sobre la testa.”
Señalemos finalmente la ausencia de metáforas tanto en este poemario como en la mayor parte su poesía. Valle-Castillo prefiere el lenguaje figurado. De este modo hay versos admirables que funcionan como leitmotiv o como síntesis acumulante de sentido. Así, en “Casa de salud”, otro poema à clé, la expresión sintagmática “máscara de cloroformo” crea un significado múltiple aplicable a la antigua Casa de Salud que ya no es hospital ni tiene función salutaria alguna, o bien a la paciente intemporal evocada como bajo una campana de vidrio “esperando la máscara de cloroformo sobre el corazón”. En ambas expresiones poemáticas “máscara de cloroformo” se desplaza y crea un nuevo sentido, que va más allá de la metáfora o del símbolo fácilmente detectable. En el intenso poema, ya citado, “Diurno y nocturno para el abuelo difunto”, la red dolorosa de recuerdos, ensoñaciones y evocaciones que se entrecruzan durante la agonía, muerte y funerales del casi totémico Pancho Castillo Masis, el verso final da una síntesis del dolor provocado una vez consumados los funerales:” Por eso digo, en mi lo llevo, en mi lo salvo sintiendo en carne viva/ una fluida corriente de dolor canino”. Dolor canino sintetiza dramáticamente, en aullido final, la pérdida, la indeclinable ausencia del gran deudo.
Sin lugar a dudas la presencia de la muerte domina en este poemario a muchos niveles, pero también hay lugar para lo festivo, la ironía, la sátira, tal como acontece en “Edicto sin validez legal”. Ese “Edicto” reivindica la poesía y le confiere un estatus nuevo, un estatus que está por encima de las instituciones, la historia, los dogmas y, sobre todo, por encima de la fuerza efímera que dan el dinero y el poder:
“El Capitalismo se ha quedado sólo como un boxeador del Bronx,
y los guantes puestos
brincando y haciendo fintas ante sus fantasmas contrincante
mientras llega a su fin…
Sólo, a ti Poesía, no te pasa nada,
estas intacta, en tu mismo lugar como Troya
eternamente
destruida e inalterable
y en todas partes.”

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