Ivan Uriarte
IV
Memento
de vivos y difuntos es un libro culminatorio que recolecta poemas no
incluidos en los poemarios publicados hasta ese momento, año 2008, con
poemas posteriores a ellos, revelándonos un amplio itinerario en su
ejecución.
Los temas principales del libro son la vejez
y la muerte, pero la vejez y la muerte en Masaya, cuyos acordes
sinfónicos mementuales suben y bajan, se entrecruzan a veces
silenciosamente hasta formar un crescendo descendente. Pero también hay
un tono personal que matiza la melodía: la infancia, la juventud, los
años mozos, las relaciones amorosas del poeta.
Los dos
primeros poemas de libro,” Álamo blanco para San Francisco de Asís,” y
“Si nos salvara una corbata celeste” recrean
festivamente su estada mexicana como estudiante universitario,
productivamente marcados entre l974 y l976, años en que escribía Formas
migratorias. El tono confesional de este franciscano-anacreóntico
primer poema (“Estoy en el D.F. y desnudo bajo la regadera, /vivo,
vital, con ganas de leer, de beber, de revolcarme con las muchachas”)
nos anuncia una visión cuestionante y cuestionadora del mundo y de las
ideas establecidas que predomina salpicando la red textual
constantemente: “… 4 de octubre fiesta de San Francisco. /Aunque yo no
creo mucho, /aunque Marx mediante, /aunque Lenin de por medio, /es la
fiesta de San Francisco de Asís”.
“Si nos salvara una corbata
celeste” marca, elegíacamente, su urgente regreso a Nicaragua porque
“quiero llegar antes/ que la muerte no me deje besar la frente de mi
padre”.
En los restantes 20 poemas, escritos en
Nicaragua, hay un intervalo que va de l979 a 2007. Así, pues, entre
“Cédula de identidad” y “Servicio Social” (textos identitarios donde la
humorada carnavalesca predomina) se instaura el tono elegíaco mayor,
mementual por así decirlo. Pero ese ritual cristiano no tiene la
solemnidad consagrada a los difuntos durante la celebración de la misa.
Es asumido como constante elegía, coral e íntima a la vez. Dos son los
poemas claves en este sentido: “Diurno y nocturno por el abuelo difunto y
“Diurno para formar entre los muertos”. En ambos poemas se juntan, la
memoria indesterrable del abuelo-padre y la evocación vívida y dolorosa
de sus amigos desparecidos. “Cuando acabó de morir mi abuelo” sentencia
el poeta en el primer poema aludido, “murieron tantas cosas y otros
quedamos agonizando”. Y a medida que el mundo se desfasaba frente a él,
la familia sufre efectos análogos que van desde el desorbitamiento de
sus ojos hasta el último momento: “Cuando ya no hubo pulsación/ se
reventaron las cuerdas del violín del tío Pablo”. Asistimos
subrepticiamente, a ceremonias secretas donde el muerto amado deviene
espiral que
envuelve concéntricamente a toda la familia con su
desaparición. Pero el verdadero memento se produce en la intimidad del
poeta, testigo ocular que no cesará de ritualizar poéticamente ese
momento-memento:” Cuando dobló la cabeza a la diestra/ no repicaron
jamás las campanas fragantes al primer incienso / y mezcladas con
armonio y cántico”. Finalmente la muerte es rechazada y los roles se
invierten: “Juguemos que voy a estar muerto/ me declaro y abro su hoyo:
soy como una tumba ambulante. /En mí lo llevo, en mi lo salvo, abuelo.
/Vámonos andando, abuelo”
“Diurno para formar entre los
muertos” se inicia autoritualmente, a modo de misa personal: “Morir
antes, primero que los amigos/ no importa si prematuramente”. Se trata
de un poema á clé, donde el nombre de los difuntos es revelado a
medias, aunque en el contexto de la poesía nicaragüense son fácilmente
detectables. Es un verdadero oficio de difuntos donde cada uno es
evocado conforme la característica que más impresionó al oficiante. Así,
entonces, desfilan: Juan Aburto, José Mendoza, Francisco Pérez Estrada,
Enrique Fernández Morales, Ernesto Mejía Sánchez, Gustavo Adolfo Páez…
Algunos
son evocados como asumiendo después de su muerte la característica
totémica con que ingresaron ya al nuevo reino: “Pérez Estrada no se
convirtió en polvo/ sino que se hizo piedra: / un dios de Ometepe y
Zapatera/ con un jaguar o un lagarto encima de su espalda y sobre la
testa.”
Señalemos finalmente la ausencia de metáforas
tanto en este poemario como en la mayor parte su poesía. Valle-Castillo
prefiere el lenguaje figurado. De este modo hay versos admirables que
funcionan como leitmotiv o como síntesis acumulante de sentido. Así, en
“Casa de salud”, otro poema à clé, la expresión sintagmática “máscara
de cloroformo” crea un significado múltiple aplicable a la antigua
Casa de Salud que ya no es hospital ni tiene función salutaria alguna, o
bien a la paciente intemporal evocada como bajo una campana de vidrio
“esperando la máscara de cloroformo sobre el corazón”. En ambas
expresiones poemáticas “máscara de cloroformo” se desplaza y crea un
nuevo sentido, que va más allá de la metáfora o del símbolo fácilmente
detectable. En el intenso poema, ya citado, “Diurno y nocturno para el
abuelo difunto”, la red dolorosa de recuerdos, ensoñaciones y
evocaciones que se entrecruzan durante la agonía, muerte y funerales del
casi totémico Pancho Castillo Masis, el verso final da una síntesis del
dolor provocado una vez consumados los funerales:” Por eso digo, en mi
lo llevo, en mi lo salvo sintiendo en carne viva/ una fluida corriente
de dolor canino”. Dolor canino sintetiza dramáticamente, en aullido
final, la pérdida, la indeclinable ausencia del gran deudo.
Sin
lugar a dudas la presencia de la muerte domina en este poemario a
muchos niveles, pero también hay lugar para lo festivo, la ironía, la
sátira, tal como acontece en “Edicto sin validez legal”. Ese “Edicto”
reivindica la poesía y le confiere un estatus nuevo, un estatus que
está por encima de las instituciones, la historia, los dogmas y, sobre
todo, por encima de la fuerza efímera que dan el dinero y el poder:
“El Capitalismo se ha quedado sólo como un boxeador del Bronx,
y los guantes puestos
brincando y haciendo fintas ante sus fantasmas contrincante
mientras llega a su fin…
Sólo, a ti Poesía, no te pasa nada,
estas intacta, en tu mismo lugar como Troya
eternamente
destruida e inalterable
y en todas partes.”
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